Una pregunta habitual a los ateos se relaciona con su posición política. En algún foro de Univisión alcance a leer esta infeliz pregunta:

“Supongamos que la interminable discusión entre ateos y creyentes sobre la existencia de Dios llegara a un fin y la conclusión fuera: Dios no existe. Cuáles serian los cambios sociales y políticos que acarrearía esta situación a nivel mundial, se impondría ¿el capitalismo?, ¿el comunismo?, ¿el socialismo?, ¿la anarquía?, ¿seguiría todo igual?”
Debemos reconocer que aún hay muchos ateos que se hacen preguntas similares. Comencemos diciendo que difícilmente la discusión entre ateos y creyentes llegue a su fin pronto, cuando aquí decimos que tarde o temprano todo el planeta será ateo, es una meta para alcanzar a largo plazo (ojala sólo sean décadas), pero llegar a la conclusión “Dios no existe” es algo que cada individuo debe alcanzar por sí mismo, con o sin ayuda de cualquier tipo de proselitismo ateo.

Haríamos mal en pronosticar una época de gobiernos de izquierda, peor sería vaticinar una etapa de anarquía. Cualquier cosa que digamos sería irresponsable.

Debemos dejar que en claro que las cercanías de ciertas corrientes políticas con el ateísmo no corresponde a una conjura o manguala para matar a dios. Nuestra posición crítica ante la fatal connivencia entre iglesia y estado es uno de los aspectos, entre otros, que han conquistado a ciertos sectores políticos. Y es que a pesar de nuestra posición filosófica, tenemos cada vez más relevancia y nuestro poder de transformación social es algo más que atractivo para quienes, desde la administración pública, simpatizan con el laicismo. Pero debe quedar claro que el ateísmo tiene sentido por sí sólo, no es necesario, por ejemplo, comulgar con el comunismo para ser ateo.

Como ateos tenemos mucho que aportar en política. Sería ingenuo pensar que en nuestra lucha dialéctica contra la opresión mental apoyemos los métodos totalitarios de algunos gobiernos de izquierda. Si bien nos vemos abocados como individuos a tomar posición partidista, no olvidemos que el fin no justifica los medios.

Como ven, los caminos políticos del movimiento ateo no se han construido del todo. Lo que hagamos depende enteramente de nuestra posición ética. Afortunadamente, algo que si podemos pronósticar es que las ideologías ateas no van a ser simples herramientas para que los mismos de siempre las utilicen a su conveniencia. Al margen de la lucha entre partidos, los invitamos desde aquí a transformar la sociedad desde sus bases, de esta forma, nosotros influiremos decisivamente en la vida política y no permitiremos que ella nos utilice.

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