Todos nos hemos acostumbrado a escuchar sobre las maravillas del “creador”. Él es omnipotente, omnisciente y, la cereza del pastel: es el ser más bondadoso.
Se ha escrito mucho acerca de las irresolubles contradicciones entre los supuestos deseos de dios y nuestra realidad cotidiana. Hemos adorado dioses desde tiempos a los que la memoria no alcanza. A pesar de esa entrega, ningún dios ha podido dar a la humanidad los beneficios prometidos a costa de sacrificios de todo tipo (asesinatos, inmolaciones, flagelaciones y un largo etcétera).

Tratemos de remontarnos un poco hasta los orígenes de las primeras deidades. No es difícil suponer que fueron el sol y la luna. El sol brinda la luz y permite ver a los predadores, estimula las cosechas, favorece la comunicación con los demás. La luna nos da algo de luz en medio de las tinieblas, cuando ella no está (no se ve) somos presa fácil, sobre todo si no tenemos ojos especializados para ver de noche, ni un buen olfato, ni hablar del oído. La oscuridad, fue vista como algo peligroso y maligno. Muchos dioses siniestros de la antigüedad equivalen a personificaciones de animales con hábitos cazadores nocturnos.

Hasta este punto todo está claro y se entiende que la ignorancia nos haya llevado a inventar estos seres fantásticos. ¿Cómo más podíamos explicar lo que no comprendíamos? No teníamos las herramientas para construir ese conocimiento.

Pero el tiempo pasó y a medida que el ser humano descubría los secretos de la naturaleza, estos dioses primigenios fueron poco a poco transformándose por obra y gracia de la multietnicidad, dando lugar a nuevas deidades que luchaban entre ellas disputándose el dominio del universo. Obviamente, hablamos de los descendientes de esos primeros dioses relacionados con la luz y la oscuridad (el bien y el mal).

Los pueblos tenían uno o varios dioses que los protegían de las naciones enemigas. Aquí nace la política y es cuando los dioses se acomodan a las necesidades de quienes quieren surgir como salvadores del pueblo, estos seres extraños conocidos ahora como profetas son incontables y se muestran como intermediarios entre los dioses y la humanidad para darles el mensaje de lo que ha de suceder y cómo los pueblos deben prepararse para ello. Los dioses de los pueblos enemigos eran malos, y si el otro pueblo era vencido, estos dioses eran rebajados a la categoría de mitos.

Esta creíble explicación sería suficiente para derrumbar la absurda idea de que hay “un solo dios verdadero”. Es más, no hay ninguno. Pero la humanidad sigue creyendo a pesar de todas las evidencias. Estas evidencias son científicas y es la ciencia la que (sólo como herramienta) nos ha llevado de la mano en medio de la oscuridad, para hacer la luz por nosotros mismos, para no ser más temerosos de los misterios de la noche.

¿Qué tiene de malo que los demás sean supersticiosos y crean en dioses? La pregunta es un poco absurda si tomamos en cuenta todo lo que han traído las religiones a la humanidad ¿Para qué recordarlo? No faltará quien diga que lo más peligroso actualmente es el islam, que el cristianismo es inocuo y pacifista, que la religión no es mala mientras no se transforme en fanatismo. No es así. Si hay fanatismo en las religiones es porque estas favorecen su surgimiento. Las religiones con sus preceptos morales discutibles, amenazantes y su tendencia a oponerse a la libertad de las mentes son algo que debe ser desterrado. Si, es islam se está expandiendo peligrosamente, así como están surgiendo sectas cristianas fundamentalistas que intentan permear la política de Estados Unidos y montar un presidente. ¿Será imposible que consigan esto? Tal vez sea una exageración pero, ¿Vale la pena correr ese riesgo?

No es suficiente ser un creyente juicioso para evitar caer en el fanatismo. Y cambiar de religión es más fácil de lo que parece. La conversión, ahora, sólo consiste en cambiar de ideales ya que actualmente se utiliza la mentira de que todos los dioses son, en esencia, el mismo, con lo cual el converso no se siente traidor.

Sólo el ateísmo con su posición crítica y pacífica pero implacable ante la irracionalidad puede ayudarnos, entre muchas cosas, a salir de esta incertidumbre bélica a la que nos ha llevado la fe.

El Festival Internacional de Cine de Toronto hizo una pausa no acostumbrada en su gala de inauguración este jueves 11 de septiembre por la noche, presentando en sociedad el drama británico "La Creación" en el evento que desde hace mucho tiempo se consideró un punto de partida en la competencia para los Premios Oscar de la Academia.

La película, en estreno mundial, reaviva la creciente controversia que existe en Estados Unidos sobre la validez de la teoría de la evolución.

En los últimos años varias instituciones educativas del país, dominadas por los grupos más conservadores de la sociedad estadounidense, han sustituido su enseñanza por el llamado "diseño inteligente", según el cual Dios es el responsable directo de la evolución y no la selección natural como argumentó Darwin.

"Creation", es el nombre del film en el que Paul Bettany y Jennifer Connelly dan vida a Darwin y su mujer (los dos actores son también en la vida real pareja), parte del momento en el que el científico regresa en 1858 a Gran Bretaña tras su famosa expedición en la embarcación HMS Beagle. En mitad de la campiña británica, Darwin reflexiona sobre lo observado en sus viajes y empieza a redactar el revolucionario "Origen de las especies", donde enuncia su teoría de la evolución, que abre la puerta para que se cuestionen dogmas religiosos sobre la vida. Está convencido de que sus teorías sobre la selección natural son correctas, y es presionado por sus colegas para escribir un libro que demande la creencia del hombre en Dios. Inclusive su esposa, una devota cristiana, está completamente segura del error de su marido.

Así, 150 años después de la polémica publicación de "El origen de las especies", la gresca sobre Darwin y su teoría se ha trasladado de un poder mundial a otro, de la Gran Bretaña victoriana a los Estados Unidos del siglo XXI.

Durante más de tres décadas, el festival de cine de Toronto se ha abierto con una película canadiense para poner de relieve la industria dentro de su país de origen, y su elección del drama "La Creación" de Charles Darwin ha provocado la ira de los cineastas locales.

"Dijimos que queríamos conseguir que las personas discutieran, y eso hicimos", dijo el co-director Cameron Bailey, a la audiencia de la inauguración. "La historia tiene 150 años, pero no podía ser más actual."

"No estábamos tratando de promocionar una visión total del mundo. Queríamos hacer al hombre detrás de la historia accesible y comprensible a todos nosotros", dijo el director Jon Amiel . Sin embargo, Amiel sabe que la película podría encender el fuego en grupos religiosos, y parece estar preparado para enfrentar una tormenta.

"Los religiosos conservadores y los grupos creacionistas han sido tan agudos en convertir en demonio a Darwin que cualquier película que lo muestra como un ser humano legítimo será vista probablemente como polémica ", dijo Amiel.

Los realizadores perspicaces de películas saben que no hay nada mejor que una controversia para atraer audiencias. Los cineastas del mundo llegan a Toronto para ganar la atención de los medios y generar esa especie de zumbido que podría hacer eco en la temporada de los Premios Oscar de Hollywood.

Una pregunta habitual a los ateos se relaciona con su posición política. En algún foro de Univisión alcance a leer esta infeliz pregunta:

“Supongamos que la interminable discusión entre ateos y creyentes sobre la existencia de Dios llegara a un fin y la conclusión fuera: Dios no existe. Cuáles serian los cambios sociales y políticos que acarrearía esta situación a nivel mundial, se impondría ¿el capitalismo?, ¿el comunismo?, ¿el socialismo?, ¿la anarquía?, ¿seguiría todo igual?”
Debemos reconocer que aún hay muchos ateos que se hacen preguntas similares. Comencemos diciendo que difícilmente la discusión entre ateos y creyentes llegue a su fin pronto, cuando aquí decimos que tarde o temprano todo el planeta será ateo, es una meta para alcanzar a largo plazo (ojala sólo sean décadas), pero llegar a la conclusión “Dios no existe” es algo que cada individuo debe alcanzar por sí mismo, con o sin ayuda de cualquier tipo de proselitismo ateo.

Haríamos mal en pronosticar una época de gobiernos de izquierda, peor sería vaticinar una etapa de anarquía. Cualquier cosa que digamos sería irresponsable.

Debemos dejar que en claro que las cercanías de ciertas corrientes políticas con el ateísmo no corresponde a una conjura o manguala para matar a dios. Nuestra posición crítica ante la fatal connivencia entre iglesia y estado es uno de los aspectos, entre otros, que han conquistado a ciertos sectores políticos. Y es que a pesar de nuestra posición filosófica, tenemos cada vez más relevancia y nuestro poder de transformación social es algo más que atractivo para quienes, desde la administración pública, simpatizan con el laicismo. Pero debe quedar claro que el ateísmo tiene sentido por sí sólo, no es necesario, por ejemplo, comulgar con el comunismo para ser ateo.

Como ateos tenemos mucho que aportar en política. Sería ingenuo pensar que en nuestra lucha dialéctica contra la opresión mental apoyemos los métodos totalitarios de algunos gobiernos de izquierda. Si bien nos vemos abocados como individuos a tomar posición partidista, no olvidemos que el fin no justifica los medios.

Como ven, los caminos políticos del movimiento ateo no se han construido del todo. Lo que hagamos depende enteramente de nuestra posición ética. Afortunadamente, algo que si podemos pronósticar es que las ideologías ateas no van a ser simples herramientas para que los mismos de siempre las utilicen a su conveniencia. Al margen de la lucha entre partidos, los invitamos desde aquí a transformar la sociedad desde sus bases, de esta forma, nosotros influiremos decisivamente en la vida política y no permitiremos que ella nos utilice.

Por una variedad de razones, algunos cristianos insisten en que el ateísmo implica la certeza absoluta de que no existe dios alguno. Esto refleja una falta de conocimiento, de lo que el ateísmo es. O tal vez quieren, con esto, tratarnos como a los prójimos que tienen otra religión (la fe en que dios no existe). El ateísmo es simplemente la falta de creencias en un dios o dioses. Esto es el ateísmo, nada más, no representa otra cosa. El ateísmo no es una religión, una filosofía, una cosmovisión, o algo similar. No es la convicción de que no hay dioses, fantasmas, ángeles, etcétera. A decir verdad, el ateísmo no requiere un nivel especial de seguridad. Todo que requiere es el fracaso en justificar la creencia en algún tipo dios.

La premisa de la religión es que el ateísmo se basa en el NO y que esta negativa impide el florecimiento de la vida. Posición por demás incomprensible viniendo de manos de quienes le dicen no a su posibilidad de libertad de pensamiento y acción.

Si bien ser ateo no necesariamente deriva de un complejo ejercicio filosófico (sólo algo de lógica), reconocerse como ateo si conlleva a un análisis de lo conocido, desde lo complejo a lo sustancial. Pocos ateos no sienten algún interés en la ciencia y no se preguntan cómo serían las cosas sin ese ser improbable y clandestino que, sin embargo, se aboga la autoría del universo. Este universo del cual no se alcanza a vislumbrar un límite, pero que según la fe sólo es la consecuencia de algo superior.

Hablando con sentido común, hay solamente dos posibilidades para el origen del universo: o hay uno infinito retrocediendo infinitamente en sus orígenes o es la primera causa que puede ser explicada en relación con las causas más tempranas que se derivan de él. Tanto ateos como teístas pueden estar de acuerdo en que ésas son las posibilidades. Si hay una infinita cantidad de causas, parece un sin sentido tratar de adivinar más lejos y más atrás en el tiempo, tal búsqueda garnatizaría el nunca acabar. Si hay una primera causa, sin embargo, podemos hacer las preguntas sobre qué clase de cosa podría ser.

En cualquiera de estos casos lo importante es no dejarse llevar por la emociones, es decir, ser objetivo a la manera científica, con el perdón de los religiosos, esta condición es necesaria para llegar a algún tipo de conclusión verificable, no se puede ser objetivo a la manera religiosa. Ser un científico y estudiar los orígenes con la premisa de la fe en dios es deshonesto. Me disculpo otra vez diciendo que las religiones hasta ahora no han descubierto algo, muy por el contrario, sus afirmaciones basadas en el sin sentido han sido poco a poco desechadas gracias al método científico.

¿Por qué ahora después de demostrado su fracaso, incluso en el discurso social, insisten en perpetuarse como necesidad, más que como alternativa?

Los ateos no necesitamos de ninguna certeza para ver los frutos de la religión, la ignorancia y la justificación de muchas maldades son tan evidentes que son los creyentes quienes necesitan inventarse certezas para seguir adelante con ese extraño plan divino al cual fueron sentenciados antes de nacer.

Les presentamos a continuación una curiosa publicación que se puede hallar en la página Islam en Línea.

Juzguen ustedes:


LA CONDICIÓN DE LA MUJER EN EL ISLAM

Para las mujeres, el Islam es una bendición especial y el profeta del Islam es en verdad el más grande de losbenefactores de las mujeres. En Arabia, antes de que llegara el Islam, el nacimiento de una niña era consideradouna desgracia y vergüenza.

Los padres las enterraban vivas:

« Cuando les llegaban las noticias acerca de (el nacimiento de) una mujer, su rostro se oscurecía y le llenaba unagran tristeza. con vergüenza, él se ocultaba de su pueblo, por las malas noticias recibidas. ¿Deberá conservarla consufrimiento y resignación, o, enterrarla en la arena? ¡Ah! ¡Qué mala elección al decidirlo! » (Corán 16:58-59)

El Islam hizo de esta injusticia uno de los primeros casos para la Corte Mayor en el Día del Juicio :

« La enterrada viva preguntará del crimen por el cual fue asesinada. » (Corán 81:8-9)

"Antes del Islam," escriben los autores del Atlas del Islam, "la mujer era considerada como una amenaza para elhonor de la familia y , por eso, merecedora de ser enterrada viva en su tierna infancia. Ya adulta, era considerada unobjeto sexual que podía comprarse, venderse o heredarse. De esta posición de inferioridad e incapacidad legal, el Islam llevó a las mujeres a una posición de gran influencia y prestigio dentro de la familia y la sociedad."

El Islam dio a este sector oprimido de la sociedad, al igual que otros grupos y clases sociales, su lugar legítimo en la vida. En un mundo donde la mujer no era más que un objeto de uso y placer sexual para el hombre, y en un tiempoque los circulos religiosos alegaban sobre si la mujer era un ser humano o no, con alma propia, el Islam proclamó :

« ¡Oh humanidad! Nosotros los creamos a partir de un solo (par), de un hombre y una mujer. » (Corán 49:13)

Ahora los invitamos a ver esta conferencia, si tienen un poco de paciencia.
Creemos que es un material digno de ver completo.






Esta es una breve explicación del origen de las religiones.
Algunos argumentos serán controvertidos, juzguen.


 

Se estila, últimamente, la estrategia de mostrar todas las posiciones filosóficas, políticas, religiosas y demás como opciones igualmente validas dentro de la diversidad. Ciertamente tenemos derecho a escoger en qué creemos y qué pensamos de nuestro universo y debemos ser respetados sin importar cuán absurdas parezcan nuestras posiciones.

La orientación de este blog prohíbe hacer mofa de los creyentes. Es justo y necesario. Pero es difícil tomar en serio los enfoques amañados de las religiones que apelan al respeto y aún así van contra las libertades individuales, tratando de mantenerse todavía en una esfera privilegiada, parasitando en las partidas presupuestales de los estados, sembrando su germen en las mentes infantiles y perpetuándose como dudosos paladines de la moral y la justicia.

La historia está hablando, está en vísperas de dictar su sentencia y no hay nada que los líderes religiosos puedan hacer para cambiarlo. Las religiones han cumplido a cabalidad su labor de dar las explicaciones sobre el origen de todo en las culturas sin herramientas idóneas para investigar. Ese ha sido su saludable aporte para el desarrollo humano y listo. Lo que vino después de eso no es digno de continuar: el estancamiento científico, la represión, la exclusión y los homicidios en su nombre son el legado que las religiones nunca debieron dejarnos antes de desaparecer. Ciertamente, no son indispensables las religiones para que las injusticias hayan ocurrido, pero cuánto sufrimiento nos habríamos ahorrado…

Tomemos en cuenta el peso de las pruebas contra las religiones:


  • Las religiones no son guías morales, encontramos en los escritos “sagrados” párrafos llenos de odio y venganza que a todas luces no son inspirados por algún ser bondadoso. Convenientemente, la teología (supongamos que esto es una ciencia) nos dice que esos fragmentos perversos son consecuencia de las concepciones que se tenían de la justicia en determinados momentos históricos. Cuando dicen esto reconocen tácitamente que dios (con minúscula) no es el autor de dichos textos; peor aún, insinúan que lo que nos parece ético si fue inspirado por dios y lo inadecuado es fruto de la opinión personal de los autores, empapada de cultura. Es decir, lo incomodo es obra del hombre y lo justo es obra del “señor”. No profundizaremos en esto pues ya hay quienes se encargan de estudiar los desvaríos literarios de Jehová y de Alá.



  • Muchas religiones creen firmemente en los relatos míticos sobre la “creación” otras afirman que es una forma folclórica de narrar lo que dios hizo lentamente sin contradecir las teorías y descubrimientos científicos. Esta última estratagema es la más patética, utilizar perversamente la ciencia para hacer creer que reafirma el imaginario popular. Ni siquiera en esto se ponen de acuerdo las religiones. ¿A cuál religión creerle? ¿a las radicales? ¿a las agazapadas? A ninguna. Todas divagan y afirman tener la verdad sin estudiar nada. Prefiero lanzar una hipótesis basándome en evidencias que creer firmemente en historias fantásticas.



  • Dios no se ve por ningún lado, apostar por la existencia de un mundo imperceptible e intangible con seres que dominan o influyen el “plano” físico es algo que la humanidad debió superar hace tiempo. El único espíritu que he sentido de alguien ha sido el que sale de las axilas. Somos materia pura. Por muy duro que nos parezca, sólo eso somos. En mis años mozos asistí a sesiones espiritistas, aprendí el tarot, jugué con la tabla ouija, he practicado las hechicerías de numerosos libros (entre ellos La Clavícula de Salomón y publicaciones de Editorial Ariel Esotérica) todo con tal de encontrar esa pequeña pista que me demuestre la posibilidad de ese algo inmaterial pero real y no he percibido más que fantasías, predicciones obvias. Fueron años perdidos de mi juventud. Tal vez hay algo en la constitución cerebral de algunos que nos hace más fuertes a este tipo de supersticiones.



  • ¿Que no he intentado buscar a Dios? Claro que lo intenté. ¿Cómo no hacerlo si toda mi familia es católica y en la ciudad donde crecí no conocí a un solo ateo? Me bautizaron, me confirmé (no sé por qué se llama confirmación, si a esa edad todo es confuso por obra y gracia del espíritu santo, con algo de análisis sólo puede confirmarse la locura colectiva) ¿Cómo no hacerlo si por conquistar a una hermosa chica evangélica ingresé a varios cultos con el propósito de sentir el toque del señor y, de paso, ligar a esta preciosidad? Sólo vi unos individuos contorsionándose al mejor estilo epiléptico. No hubo toque, ni experiencia diferente a la incertidumbre de mi salud mental. Ni siquiera el amor era suficiente motivo para presenciar tal espectáculo.

Es aquí cuando la posición del ateo, su respeto por las evidencias, se intenta menospreciar apelando al relativismo cognitivo (es curioso que quienes recurren a este ardid son los mismos que atacan al relativismo moral). Los autodenominados “guías morales de las civilizaciones” no sólo son seres humanos comunes y corrientes, incapaces de transmitir algún mensaje proveniente de dios, son tan comunes y corrientes que cometen crímenes y hacen obras de caridad como otras personas; la única diferencia es que estos individuos tienen una especie de salvoconducto cultural y a veces legal, que les permite seguir engañando a la gente a cambio de sus “buenas obras” y de ahorrarle al estado parte de su obligación social.

Son sólo unas pruebas, las que aporta mi experiencia, ustedes tendrán las suyas. Si quieren, pueden presentarlas aquí, a manera de comentarios. Son pruebas que condenan a las religiones a su extinción.

No faltan los creyentes que se atreven a refutarlas con “argumentos” sacados de la biblia. Tampoco faltan los ateos que ven difícil el cumplimiento de esta condena. Yo confío en el ser humano y en su capacidad de sobreponerse a sus propios errores.

Wílmer López

(Alocución del 20 de febrero 1960, En la estación de Radio WIME, Miami, Florida)

Buenas noches damas y caballeros.
Les habla Joseph Lewis.

Aunque de niño fui instruido en la religión de mis padres, nunca estuve bajo el hechizo de la formación religiosa el tiempo suficiente para que enredara mi mente y no fuera capaz de ver cualquier otro punto de vista.

Nunca fui entrenado para abrazar la causa del ateísmo. Llegué al ateísmo como el resultado de un pensamiento independiente y auto-estudio.

Saqué mis conclusiones después de un análisis completo y un examen imparcial de los diferentes credos religiosos y los diferentes sistemas filosóficos. En mi estudio de los diferentes campos del pensamiento, no he encontrado la filosofía que contenga tantas verdades, y nos inspire con tanto valor, como el ateísmo. El ateísmo nos prepara para enfrentar la vida, con su multitud de pruebas y tribulaciones, mejor que cualquier otro código de vida que aún no he podido encontrar. Se basa en las raíces mismas de la vida. Su fundamento se basa en la naturaleza, sin lo superfluo ni prendas de vestir falsas. Ni la farsa ni el desastre se le adjuntan.

El ateísmo se eleva por encima de credos, y pone a la humanidad a un plano. No puede haber "pueblo elegido" en la filosofía atea. No hay rodillas en el ateísmo, ni ruegos, ni oraciones, ni amortizaciones de sacrificio; no hay revelaciones "divinas", no se lava la sangre del cordero, no hay cruzadas, ni masacres, ni guerras santas, ni cielo, ni infierno, ni el purgatorio, ni recompensas ni castigos tontos y vengativos, no hay Cristos, y no hay salvadores, no hay demonios ni fantasmas, y no hay dioses.

El ateísmo rompe las barreras de las nacionalidades y, como, "un toque de la naturaleza hace que el mundo entero sea familiar". Los sistemas de la religión tribal hacen a la gente intolerante.

El ateísmo es una filosofía vigorosa y valiente, sin miedo de enfrentarse a los problemas de la vida, y no tiene miedo a confesar que hay problemas aún por resolver. No pretende que nos ha resuelto todas las preguntas del universo, pero sí afirma que ha descubierto el enfoque, y aprendió el método de solución.

Se ha dedicado a una búsqueda apasionada de la verdad. Cree que la verdad por la verdad es el más alto ideal, y que la virtud es su propia recompensa.

Sabe que el amor de la humanidad es un ideal más alto que el amor de un dios. No podemos ayudar a dios, pero podemos ayudar a la humanidad. "Manos que ayudan son muchísimo mejor que labios que rezan”.

El ateísmo es una filosofía auto-suficiente. Lo hace a uno intelectualmente libre. Muy entusiasmado por la emancipación mental nos enfrenta al universo sin miedo de fantasmas o dioses. Enseña al hombre que a menos que dedique sus energías y se aplique a sí mismo de todo corazón a la tarea que se desea alcanzar, el cumplimiento no se hará. Se le advierte que cualquier confianza en las oraciones, o ayudas "divinas", será un amargo desengaño.

A la filosofía del ateísmo pertenece el crédito de robar a la muerte de su horror y su terror. Y la abolición del infierno.

Si el ateísmo marca en la pizarra del universo una incógnita, la escribe con el propósito de afirmar que hay preguntas sin respuestas. ¿No es mejor poner un signo de interrogación en un problema mientras se busca una respuesta que poner la etiqueta de "Dios" y considerar el asunto resuelto? ¿Acaso la palabra "dios" no confunde y hace más difícil la solución, asumiendo la conclusión de que es totalmente infundado y palpablemente absurdo?

"Dios", dijo Espinosa, "es el asilo de la ignorancia". Mejor descripción no ha sido pronunciada. Shelley dijo que dios era una hipótesis, y, como tal, la prueba requerida. ¿Puede un ministro de cualquier culto de cualquier religión ofrecer la prueba? Hechos y no simplemente opiniones son lo que queremos. La emotividad no es un sustituto de la verdad.

Si el ateísmo es a veces llamado una filosofía "negativa", es porque las condiciones de vida hacen que una filosofía negativa sea más adecuada para satisfacer las exigencias de la existencia, y sólo en ese sentido puede ser llamado "negativo". Algunos ministros de la religión por ignorancia, llaman ateísmo la filosofía "negativa" porque el ateísmo debe primero destruir la monumental ignorancia y la superstición degradante con la que la religión, a lo largo de los siglos, tan desvergonzadamente ha embrutecido el cerebro del hombre.

Una actitud negativa en la vida a veces es esencial para el curso correcto. La vida en sí muy a menudo depende de la negación. Se trata de una actitud negativa cuando somos cautelosos acerca de comer en exceso. Se trata de una actitud negativa cuando no damos rienda suelta a nuestros impulsos. Y en muchas ocasiones, he visto ilustrado el hecho de que la palabra más difícil en nuestra lengua para pronunciar la palabra "¡No!" Es sólo cuando tenemos la valentía de decir NO a ciertas “tentaciones” que podemos evitar las consecuencias que son el resultado de ajustarse a dichas “tentaciones”.

El hombre se encuentra totalmente discapacitado y mal equipado en el universo para hacer frente a los hechos y las condiciones de vida. Se deben superar las ilusiones y las fuerzas engañosas que están para siempre presentes en la naturaleza. Cuando la luz de la inteligencia sale por primera vez de la mentalidad del hombre, se encuentra en un mundo desértico, un mundo hediondo con pestes y población de animales y gente gritando brutal y salvaje. No es de extrañar que el intelecto distorsionado del hombre haya dado lugar a una serie de ideas acerca de dios, que nos hace estremecer en su fealdad. Su imaginación primitiva concibió dioses de múltiples cabezas, grotescos, con varios órganos, ojos innumerables. Con el fin de que el hombre pueda pensar con claridad y racionalidad en los hechos de la vida, todos estos conceptos deben ser destruidos. Esa es sólo una de las tareas del ateísmo. "Para liberar a un hombre de error hay que dar, no quitar", dijo Schopenhauer.

Algunos de nuestros actuales colegas, emancipados en la medida en que ya no aceptan las deidades, como "Jehová", claman por un nuevo concepto de dios. Quieren algo para poner en el lugar de lo que se ha quitado. ¿Quieren también un sustituto para el infierno?

¿Alguien sería tan amable de decirme si que necesitamos un nuevo concepto de Dios? ¿No hemos tenido suficiente dioses? ¿No es una tarea suficientemente difícil librarse de la aglomeración, que ya ha afectado a la raza humana? Les ruego que no contaminemos más el cielo con estas criaturas espantosas y los terribles monstruos de las alucinaciones religiosas.

Los ministros también se complacen en decir que el ateísmo es dogmático y destructivo. Si se llama ateísmo dogmático es porque el dogmatismo es la ley de la naturaleza. Un hecho es lo más tenaz en el mundo. La materia insiste en ocupar el espacio por sí mismo y el movimiento continuará en movimiento, independientemente de las opiniones al respecto.

El ateísmo es destructiva en el mismo sentido que Colón fue un destructor, cuando corrigió la concepción errónea, inducida por falsas ideas teológicas, de la horizontalidad de la tierra, cuando navegó a través del océano y probó la redondez del planeta en que vivimos .

El ateísmo es destructivo así como Galileo fue un destructor cuando se corrigió la concepción errónea, inducida por falsas ideas teológicas, sobre la existencia de una sola luna, cuando descubrió los satélites de Júpiter.

¿Es un médico destructivo cuando cura a un paciente de la enfermedad?

Y así en toda la historia del progreso intelectual esta es una actitud presente. Llámelo negativo, llámelo dogmático, llámelo destructivo, llámelo como quiera. Es la fuente principal de progreso.

Toda gran reforma que se ha efectuado no sólo ha consistido en hacer algo nuevo, sino en deshacer algo viejo.

¿Cuál es la hipocresía de los ministros de la religión al llamar ateísmo una filosofía negativa, cuando sus propios diez mandamientos son una serie de "No debes"?

Pero el ateísmo es además de agresivo y militante una filosofía constructiva. Está interesada en el AQUÍ y AHORA. Se encuentran aquí bastantes problemas que requieren solución inmediata.

El ateísmo no puede quedarse de brazos cruzados y ver las injusticias que se cometen, ni permitir la explotación de los débiles por los fuertes. Su ideal es el establecimiento de la justicia, el hombre de justicia, aunque sea. Si el hombre espera que dios le dé de comer, morirá de hambre.

El ateísmo cree en la educación. Cree que se deben contar los hechos de la vida y revelar las verdades descubiertas, independientemente de a quien le choque. Está siempre listo y dispuesto a aceptar lo nuevo y desechar lo viejo. El ateísmo no cree que la misión del hombre sobre la tierra es amar y glorificar a Dios, pero sí cree en vivir esta vida, de modo que cuando se pasa, el mundo será un mejor sitio para vivir.

Ese es el ideal que ahora inspira más personas para ayudar a la humanidad en su ascenso, como nunca antes en la historia de la especie. Ese es el ideal que inspiró a Bruno, Galileo y Copérnico, que inspiró a Voltaire, Humboldt, y Garibaldi, que inspiró a Mark Twain, John Burroughs y Luther Burbank. Ese es el ideal que inspiró a Eva y Pierre Curie, los descubridores del radio, Henri Durant, el fundador de la Cruz Roja, Albert Einstein, y Thomas A. Edison.

Si el hombre quiere ayudar debe abandonar sus llamamientos a Dios. Se probará a sí mismo y hará eco de sus lamentos.

El ateísmo ha dado a la raza humana la monarquía intelectual del mundo. Cuando el gran Darwin descubrió la ley de los orígenes de las especies, fue llamado un ateo porque desmintió la creación especial del hombre. Cuando el químico entró en su laboratorio y descubrió la indestructibilidad de la materia, fue llamado ateo porque demostró la imposibilidad de un Creador. Cuando el astrónomo señaló con el dedo el cielo y exploró las regiones del espacio ilimitado, fue llamado ateo porque no encontró a dios dentro de los confines del espacio, no hay cielo en la región de sus exploraciones. Cuando el geólogo determinó la edad de la tierra a través de sus rocas y el suelo y las formaciones, fue llamado un ateo, porque él también destruyó la creencia en los seis días de la creación, y expuso la falsedad de la cosmogonía bíblica. Cuando el historiador volvió a tiempos antiguos y prehistóricos, y descubrió civilizaciones con conductas éticas altas y cultura moral, con logros intelectuales que siguen siendo una sorpresa para nosotros, fue llamado ateo porque expuso el mito de Adán, al descubierto los errores de Moisés, y marcó con el epíteto de fraude las órdenes de Jehová. Cuando el médico trató de aliviar el dolor y el sufrimiento del hombre, fue llamado ateo porque se negó a aceptar la enfermedad como una visita especial de un Dios vengativo. Todos los científicos que se niega a ser retenidos por estrechas limitaciones teológicas, y buscan la naturaleza de sus secretos, se convierten en ateos.

¿No le parece extraño que los ministros de la religión, que afirman ser los Vicarios de Dios y conocer la voluntad divina, no revelen al hombre el conocimiento que los infieles descubrir? "Donde hay tres estudiantes de la naturaleza hay dos ateos," es un viejo refrán.

Cuando la religión exprese un sentimiento más noble que el que figura en estas palabras de Robert G. Ingersoll, entonces, y sólo entonces, podrá asumir una actitud de superioridad. Él dijo:

"Llámame infiel, llámame ateo, llámame como quieras, intento tratar a mis hijos para que puedan escribir en mi lápida: « Quien yace aquí nunca nos dio un momento de dolor. De sus labios, ahora polvo, nunca llegó a nosotros una palabra poco amable. "

Comparen esta declaración con las palabras de Jesucristo, y luego decidan cual manto prefieren usar, cuando dijo:

" No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. "
(Mateo 10, 34, 38).

En nuestros días, vemos una revolución que está teniendo lugar en las filas de la religión. Vemos la fuerza manumisora de los grandes librepensadores del pasado con sus efectos sobre nuestra generación de la ruptura de las cadenas de la superstición que han esclavizado a la humanidad a una religión degradante.

Nuestra lucha hoy ya no es contra el teísmo. Los argumentos que fueron utilizados por librepensadores más de un siglo están siendo utilizados por el ministro liberal en contra de su hermano más ortodoxo. ¿Quién puede negar que se hayan hecho progresos, cuando muchos ministros repudian el teísmo? ¿Quién hoy puede exponerse al ridículo público y defender el teísmo de cara a la historia y los registros? En el nombre de Dios y por el amor de Dios, el Infierno, en toda su furia, se desató sobre la tierra. No es de extrañar que el teísmo esté siendo repudiado y negado. Al igual que César, el ministro religioso perderá todo respeto, antes podría haberse parado contra el mundo, pero ahora está aquí y nadie es tan pobre que le deba reverencia."

Incluso en nuestras facultades de teología, vemos la imposibilidad de tratar de aprovechar un hombre de inteligencia con la brida del teísmo, y como el resultado de esta combinación imposible, hay un rechazo generalizado de la religión y todo lo que ello representa. Estamos asistiendo a un período de honestidad intelectual que hace de crédito incluso a los ministros de la religión. Hay un avance positivo y agresivo hacia los ideales del librepensamiento.

Y el tiempo no está muy lejano, cuando un ministro, quien toma el dinero para las oraciones por el llamado descanso del alma del hombre, le será cargado con la falsificación y el fraude al igual que otros están siendo detenidos por acciones similares de engaño.

¿Es la tendencia moderna perpetuar la religión, o está condenada a ocupar el mismo lugar en la historia como la institución de la esclavitud? ¿Y cómo es que se puede comparar la religión con la esclavitud? A lo largo de los siglos la religión ha encarcelado y encadenado y embrutecido el cerebro del hombre, así como la institución de la esclavitud ha maniatado y roto las extremidades del hombre. Cuando se hicieron esfuerzos para abolir la odiosa institución de la esclavitud, hubo muchos que por sus compromisos querían prolongar su existencia.

Y los esfuerzos de aquellos que hoy están comprometiendo con la religión y la toma de disculpas por sus crímenes del pasado, son sólo la prolongación de su existencia y hacen más difícil la tarea de erradicar esta lacra de la civilización. Están interfiriendo con la eliminación del peor obstáculo que ha bloqueado el progreso intelectual del hombre.

Hay algunos que afirman que la religión puede ser humanizada, pero ¿cómo humanizar algo que no admite la humanización? ¿Cómo se puede humanizar la ignorancia, la superstición y la brutalidad? ¿Se pueden humanizar un tornillo y su tuerca? ¿Se puede humanizar el auto de fe? Si pudiéramos humanizar la religión, entonces el sueño de los alquimistas se habría hecho realidad. Si pudiéramos humanizar la religión entonces una base metálica se podría convertirse en oro.

Gracias por escuchar.
Buenas noches.

Joseph Lewis (11 de junio de 1889 - 1968) fue un librepensador y ateo estadounidense que nació en Montgomery, Alabama. A la edad de nueve años dejó la escuela para encontrar un empleo y se formó en su mayor parte como autodidacta.

En 1920, Lewis se mudó a Nueva York donde se convirtió en el presidente de librepensadores de América (un título que se mantendría durante el resto de su vida).Luego comenzó su propia editorial, la Freethought Press Association, donde publicaba libros sobre el librepensamiento escrito por él mismo y otros.


¿Qué tienen en común Polonia, El Salvador y Nicaragua? Todos ellos están en gran medida bajo la influencia de la Iglesia Católica. ¿Qué más tienen en común? Todos ellos han hecho prevalecer la doctrina católica sobre la discusión de la viabilidad y aspectos legales del aborto y, en el caso de los dos últimos países mencionados, el aborto está prohibido, incluso si el embarazo pone en peligro la vida de la madre.

El Instituto Guttmacher, reveló hace poco que unas 70.000 mujeres mueren anualmente y muchas más sufren lesiones terribles como resultado de ser forzadas a realizarse abortos ilegales e inseguros. Casi todos estos casos fueron en países con leyes restrictivas.

El Alan Guttmacher Institute (AGI, por sus siglas en inglés - Instituto Alan Guttmacher), es una organización independiente exenta de impuestos, con oficinas en Nueva York y Washington D.C. Fue establecido en 1968 para llevar a cabo "investigaciones y análisis de las políticas, así como educación en el área de la salud reproductiva, los derechos reproductivos y la población".

"Prácticamente todos los abortos en África en América Latina y el Caribe eran inseguros", dice el informe. En Asia, los procedimientos de seguridad superaban en número a los inseguros debido a la gran cantidad de abortos legales en China. La mayoría de los casos de Europa y casi todos en América del Norte estaban a salvo.

"Para cambiar esta tendencia, es necesario hacer énfasis en la prevención de embarazos no deseados, pero en muchos países hay poco asesoramiento sobre planificación familiar y los productos anticonceptivos son escasos. "La mujer seguirá preguntándose sobre la legalidad o ilegalidad del aborto, siempre que la necesidad insatisfecha de anticonceptivos siga alta", dijo la Dra. Sharon Camp, presidenta del Instituto Guttmacher. "Con suficiente voluntad política podremos asegurar que ninguna mujer tenga que morir para poner fin a un embarazo no deseado ni previsto.”

Así como la pérdida terrible e innecesaria de vidas, las economías de estos países están afectadas por una presión adicional sobre el sistema de salud, ya que las mujeres afectadas en los abortos clandestinos se ven obligadas a acudir a hospitales para recibir tratamiento especial.

El Vaticano no es el único culpable en este ámbito, aunque su obstinación letal merece tener la mayor parte de la culpa. Mientras muchos países luchan por reformar sus leyes, la iglesia católica hace todo lo posible por intervenir en las decisiones que sólo conciernen a los poderes legislativos, ejerciendo presión con el argumento de la lucha por la vida, algo difícil de creer viniendo de una institución históricamente genocida.

El Instituto Guttmacher también es crítico del ex Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, quien, bajo la influencia del protestantismo de derecha, quitó la financiación de cualquier organización de planificación familiar en el extranjero que tuviera algo que ver con el aborto - incluso si sólo participaba con asesoramiento. El Instituto Guttmacher llama a la era de Bush "la década perdida". Sin duda, debemos considerar el reinado del Vaticano como los "milenios perdidos".

Afortunadamente, Obama ha revertido las políticas intolerantes de Bush y poco a poco la anticoncepción se filtra de nuevo en los países que lo necesitan desesperadamente. Los condones no son la respuesta completa, por supuesto. En los países donde las mujeres son poco más que inmuebles, los hombres no siempre consienten el uso de los preservativos, ya que los anticonceptivos farmacéuticos dan a las mujeres el control sobre sus cuerpos.

Una vez más, el dogmatismo, inflexible de la Iglesia Católica busca la manera de establecer el control. Su intransigencia mata a personas inocentes. Sus "enseñanzas" contribuyen enormemente con la miseria y el dolor en todo el mundo. ¿Cuándo las Naciones Unidas dejarán en claro que las exigencias religiosas no deben intervenir en las políticas que tienen el potencial para salvar vidas?

Artículo original de:

Los ateos generalmente no utilizamos muletillas como gracias a dios, si dios quiere, dios mediante y demás; esto hace que los creyentes más imbuidos, entre los que contamos parientes y amigos, sospechen nuestra posición distante frente a las religiones, lo que generalmente ocasiona diálogos que a veces se transforman en acaloradas discusiones por obra y gracia del desespero que nos causa escuchar las motivaciones más excéntricas a la hora de defender la creencia en un ser supremo amoroso; o por la comezón que siente nuestro interlocutor al enterarse de nuestro “problema”.

Pese a que nuestra posición es crítica y hace uso de la lógica elemental para llegar a las mentes más encantadas con la magia del “creador”. Estas personas, en el mejor de los casos, terminan diciendo que la fe no es algo que se pueda razonar (cosa totalmente cierta) y, aún así, el desentono que sienten entre nuestras razones y sus creencias no es motivación suficiente para que se tomen la libertad de reconocer que nuestro punto de vista es interesante y merece ser analizado. Debe comprenderse que arriesgarse a derribar una montaña de mitos y dogmas amontonada desde la infancia no es algo que pueda considerarse campantemente. Ser también lógicos y consecuentes con este último detalle es menester para conservar nuestra integridad emocional y cardíaca.


Pero tal vez una de las excusas que más frecuentemente escuchamos y que nos inquieta es que la religión tiene el poder de cambiar el comportamiento inadecuado de algunos individuos. Abundan los casos de drogadictos, alcohólicos, asesinos e incluso violadores que, después de haber tomado las medidas psicológicas y terapéuticas de rigor, sin resultados positivos, terminan cambiando por completo su actitud peligrosa o autodestructiva después de ingresar a algún culto (generalmente protestante) en el que, según ellos, fueron transformados por el poder de dios.

Los familiares y amigos de estas personas ven como algo positivo que dejen de ser problemas para el sistema penal y a cambio se fanaticen hablando todo el tiempo de dios, envejeciendo su guardarropa y perfumando la biblia con grajo axilar. Hasta un ateo puede quedar sobrecogido ante la conveniencia religiosa en estos casos.

Sin embargo, esta terapia alucinatoria para el individuo tiene graves consecuencias para la sociedad. El mundo necesita más humanistas, personas con criterio científico, que estén dispuestas a aportar su intelecto en pro de objetivos más altruistas, sin necesidad de recibir amenazas post-mortem. La humanidad necesita recuperar el tiempo perdido en la Edad Oscura. Esta etapa triste de nuestra historia que le debemos al fanatismo podría volver si nos permitimos complacer a seres imaginarios olvidándonos de las verdaderas necesidades de nuestra sociedad. Es como ceder a las peticiones de un secuestrador, sabiendo que esto es incentivo para que haya más raptos extorsivos.

El que ha sido “convertido y salvo”, considera que debe compartir su dicha (que en realidad es el reemplazo de una turbación por otra). De esta forma comunica su deslumbramiento con una alta dosis de emotividad que roza con el sentimentalismo barato. No es difícil contagiarse de este atolondramiento, en realidad es un mecanismo de defensa mental que nos lleva a tomar el camino más fácil, pretendiendo que nuestro problema se soluciona sustituyéndolo con supersticiones.

La religión se ha definido como una “acción orientada directa­mente a los fines últimos”, si es que estos existen y la institución religiosa es la estructura que lleva a cabo esa acción. Se distingue de las demás institu­ciones en que no debería ocuparse de la asignación del poder (gobierno), la pro­ducción e intercambio de bienes y servicios (institución económica) o las relaciones entre los sexos (familia), todos ellos fines inmediatos o próximos en una u otra forma, por muy importantes que sean en nues­tra vida diaria. Los fines de la institución religiosa fueron, en un principio, los que estaban “más allá” de ese mundo de la vida diaria; los “últimos” en todos los sentidos de la palabra: el de la vida y la muerte, el de lo desconocido; es decir, la explicación de lo inexplicable.

La misión de la religión era reconciliar al hombre con su “destino”. Los seres humanos necesitan un apoyo para sobrellevar la visión del sufri­miento y la muerte de los que aman y la certidumbre de su propio fin. Viven en condiciones de inseguridad, porque en cualquier momento pueden perder su bienestar o su misma vida; se enfrentan con la impotencia para controlar muchos aspectos de su existencia, siquiera en el más elemental sentido, y mucho más para dirigirla según sus deseos; y, fi­nalmente, están sujetos a la escasez, sea de dinero, bienes materiales o asistencia médica. La mayoría no cuenta con una vía de escape para tales circunstancias y esa situación general crea los cimientos de la institución que enlaza con lo “trascendental”, con algo que queda más allá de las tribulaciones diarias.

La religión varía según las diferentes sociedades y épocas. Muchas funciones sociales han pasado a otras instituciones y han vuelto a ella.

En ciertas sociedades la institución religiosa ha dominó a todas las demás; el clero constituía la élite de los ciudadanos, el poder económico estaba en manos de la Iglesia y el Estado mantenía una estrecha rela­ción con la religión organizada. En otras, la religión ha sido sabiamente relegada a una posición relativamente sin importancia y la Iglesia, unas veces en sentido figurado y otras real, se ha visto obligada a mendigar su pan por las calles.
 En unos casos, la Iglesia ha realizado muchas funciones derivadas, desde la educación a la beneficencia y desde la banca al patrocinio de las artes. En la Edad Media fue la institución principal, la de más al­cance y más multifuncional y sus actividades abarcaban prácticamente todas las fases de la vida. La Iglesia ejercía gran parte del gobierno secu­lar; la lámpara del “saber” se mantenía encendida en sus claustros; el precio del trabajo era objeto de reglamentación eclesiástica; los po­bres, enfermos y ancianos recibían ayuda y consuelo de la Iglesia a cambio de dejarse lavar dócilmente sus cerebros; la educación se realizaba en estrecha concordancia con los dogmas religiosos; también lo recreativo estaba bajo su inspección e incluso en la guerra había líderes religiosos que actuaban como agentes de la Igle­sia militante.

En otros, en cambio, se ha visto limitada a su función principal de “pastora” de almas. En los países en que la separación de Iglesia y Estado ha seguido a una revolución, se le ha prohibido el desempeño de otras. En Fran­cia, con la Revolución de 1789 se inició un conflicto entre ambas insti­tuciones que se señaló por su separación legal a co­mienzos de este siglo y la limitación consiguiente de muchas de las actividades educativas, económicas y políticas de la Iglesia católica, motivo por el cual Francia goza en actualidad de una de las mayores concentraciones de ciudadanos ateos de Europa.

En definitiva, la misión de la religión era de dar sentido a la vida. La muerte espera a todos los hombres y la religión intentaba reconciliarlos con su destino. La institución religiosa ha surgido de ese concepto cen­tral y ha tomado formas diversas. Incluso dentro de nuestra sociedad, su estructura varía desde el complejo ritual simbólico de la Iglesia cató­lica a las sencillas ceremonias de muchas sectas protestantes. También el número de funcionarios que precisa la actividad religiosa está sujeto a variaciones, desde la elaborada jerarquía católica a la simple lectura individual de la Biblia protestante.

Pero cada grupo adopta una actitud diferente hacia las instituciones religiosas y hacia los valores que estas apoyan. Una de las características de la sociedad dinámica y compleja es, en realidad, la falta de acuerdo en relación con los valores básicos de la religión. Ciertos grupos procuran ampliar el ámbito de su sanción mientras otros intentan limitarla a cuestiones estrictamente religiosas. En nuestra so­ciedad abundan los conflictos acerca de las materias en que la religión es soberana y las que corresponden al gobierno secular; sobre cuestio­nes, p. ej., como los anticonceptivos, el divorcio, la educación y el aborto.

He aquí algunas de las razones de esta falta de claridad en cuanto al funcionalismo religioso en las sociedades:

a) Las normas religiosas pierden mucho de su poder si un gran número de personas no cree en ellas; solo creyendo se está sometido a las normas religiosas por arbitrarias que estas sean. El creciente pensamiento racionalista relega poco a poco el pensamiento religioso.

b) Las sanciones de la religión son más fáciles de evadir; porque el individuo tiene la posi­bilidad de seguir normas seculares económicas, humanistas o de otra clase, más concordante con su realidad, en lugar de las religiosas 

c) Las actividades de la religión son menos precisas por la competencia que le hacen las demás institu­ciones, cuyo poder es igual o superior al suyo 

d) El impacto psicoló­gico de la religión en ciertos momentos puede ser más disfuncional que funcional en las sociedades complejas, y el sentimiento de culpa­bilidad personal, la hostilidad racial, los prejuicios étnicos y la oposi­ción al pensamiento liberal son algunos de esos posibles aspectos dis­funcionales.

La religión organizada se enfrenta con una grave amenaza para sus cimientos ideológicos, su influencia sobre los fieles y, de hecho, para muchas de sus funciones básicas. Se trata del secularismo, un punto de vista más que una doctrina específica, que deja en claro que los problemas humanos son ante todo sociales y no religiosos, y que las soluciones a estos problemas deben encontrarse, en último análisis, en la intervención humana, no en la divina. La actitud secular es mundana, no en el sentido que se da vulgarmente a esta palabra, de superficial brillantez, sino en cuanto insiste en que los asuntos hu­manos deben regirse por la razón y no por la fe. Acepta el cambio como un ajuste necesario en un mundo que no puede permanecer quieto.

En los primeros capítulos del Génesis, el Señor hace una desmesurada promesa a Abraham, patriarca del pueblo judío:

 "En aquel día hizo Jehová un pacto con Abraham, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates." 
-Génesis 15:18
No era poca cosa: la tierra que Dios prometió a Abraham abarcaba la mayor parte o la totalidad de las naciones modernas de Israel, Egipto, Siria, Líbano, Jordania e Irak. Si el pueblo judío hubiese controlado alguna vez todo este territorio, habrían tenido un imperio que rivalizaba con las más poderosas potencias del Antiguo Medio Oriente. Pero ahora surge una pregunta incómoda: ¿Los judíos alguna vez controlaron tanto territorio? ¿En algún momento consiguieron lo que Dios les prometió que tendrían?

La evidencia arqueológica muestra claramente que la respuesta es no. Aunque la monarquía de David - descrita por la Biblia como la era más gloriosa del antiguo Israel - al parecer existía, la verdad es que era un reino relativamente pequeño e insignificante incluso para los estándares de la época. Nunca controló toda la tierra desde el Nilo hasta el Éufrates. Tenemos abundante evidencia de los grandes imperios que existían en esta región, ya sea egipcia, asiria, babilónica, persa o romana: las ciudades que construyeron, los monumentos que erigieron, las inscripciones que dejaron atrás. Un imperio israelita sería igualmente fácil de encontrar en el registro arqueológico si hubiera existido alguna vez, y la falta de evidencia histórica sólo nos puede decir que nunca lo hizo.

Y después de los reinados de David y Salomón, incluso la Biblia dice que las cosas empeoraron rápidamente. El hijo de Salomón fue un gobernante incompetente que causó la división del reino, las tribus israelitas divididas fueron conquistadas por las grandes potencias y dispersas por la faz de la tierra. El moderno estado de Israel no se estableció hasta el siglo 20, y todavía no llega controlar, ni cerca, toda la tierra que Dios prometió a Abraham.

Por lo tanto, durante casi cuatro mil años, la promesa de Dios de la tierra no se ha cumplido. Teniendo en cuenta que la tierra que prometió está ahora ocupado por millones de personas más con una actitud decididamente hostil hacia los judíos, parece poco probable que Israel será capaz de controlarlo en el futuro cercano. (La solución bíblica - la invasión militar y el genocidio - no parece ser una perspectiva actualmente viable, debido a varios milenios de progreso en los sentimientos morales de la humanidad.) Si creemos en las predicciones de los cristianos, según la cual el rapto ocurrirá muy pronto y el fin del mundo poco después, el tiempo en que esta profecía pueda cumplirse se agotaría rápidamente. E incluso si Israel llegó a poseer toda esta tierra a través de alguna cadena de circunstancias extrañas, ¿esto contaría como el "cumplimiento" de una promesa si lo que se prometió se interrumpió durante cientos de generaciones y miles de años? ¿No sería, de hecho, más exacto decir que no se trata de una promesa bíblica?

La explicación más común del apologista cristiano sobre este fracaso profético es que el pacto de Dios con Abraham era condicional, y cuando los hijos de Israel desobedecieron sus leyes, les quitó la tierra que les había prometido, como castigo. Infortunadamente para ellos, la Biblia misma excluye esta explicación. Establece claramente que, a pesar de que los israelitas eran malos, Dios todavía mantenía la intención de darles la tierra, a fin de mantener la promesa que hizo a Abraham:

"No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob."
Deuteronomio 9:5-

La única conclusión racional es que Dios no ha "cumplido su palabra", porque no hay Dios que muestre su preferencia, a los israelitas. Esta reivindicación de tierras, al parecer una promesa dada por Dios, era en realidad un poco de piadosa autocomplacencia de los antiguos escribas israelitas que intentaron escribir una profecía auto-cumplida. Pensaron que si podían convencer a sus compatriotas de que la victoria estaba garantizada, les daría la determinación de convertir esa creencia en la realidad. Pero su estrategia no tuvo éxito, y miles de años después, la fracasada promesa bíblica de la tierra se presenta como prueba de los orígenes humanos y falibles de ese libro.
Via

Por Daniel Florien
Durante décadas, pensé que el universo, la materia y todo lo demás tenían que venir de alguna parte. ¿Cómo podrían haber existido siempre? La respuesta debe ser la existencia de un motor inamovible (una causa no causada) para empezar todo. No, no es el Dios de Aristóteles o Zeus o Alá o Baal o Ra; la primera causa tenía que ser Yahvé, el Único y Verdadero Dios.

¿Quién podría argumentar en contra de eso? Bueno, resulta que Richard Dawkins podía. Un día, mientras miraba una de sus conferencias, desmanteló este argumento en unas pocas frases. Preguntó: ¿qué era más probable, algunos elementos de base siempre existentes, o un infinitamente complejo, perfecto, amoroso, justo y trinitario Dios siempre existente?

Bueno, cuando lo pones así, por supuesto, lo más simple es lo más probable. Así lo expresó Dawkins en El Espejismo de Dios:

“Por más estadísticamente improbable que sea una entidad que usted trate de explicar invocando a un diseñador, el mismo diseñador tiene que ser por lo menos tan estadísticamente improbable como la entidad. Dios es el Boeing 747 definitivo.”

Es inútil tratar de explicar un acontecimiento improbable con una deidad, porque, por definición, la deidad será mucho más compleja y por lo tanto improbable. Dios no explica nada, salvo la sinrazón de la posición del creyente.

También es inútil invocar a un diseñador, porque en la tierra todo parece diseñado. "Todo en la tierra muestra el orden y la complejidad. ¿Cómo puede existir todo sin ser diseñado por Dios?", pregunta un creyente. Pero se dispara con su propio argumento, ¿no muestra su dios – diseñador orden y complejidad? ¿Quién lo diseñó a él?

No sabemos todo acerca de cómo nuestro universo llegó a existir. La ciencia es joven. Pero estamos aprendiendo, y quizá algún día sabremos.

Sabemos que no hay evidencia de un Dios, sin embargo, y que hay muchas evidencias de procesos naturales que dan sentido a nuestro mundo. Los seres humanos siempre poner a Dios en las lagunas, y lo han estado enlodando durante siglos. Sólo existen algunas lagunas faltantes, y también serán descubiertas por la ciencia.

¿Quién va a creer?

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